La lavanda es una planta de tallos leñosos, hojas largas y estrechas, y pequeñas flores de color azul violeta. La lavanda se conoce por el aroma que desprende.
La Lavanda crece en zonas pedregosas y en suelos secos y arcillosos, en jardines y macetas, necesita mucha luz y sol directo, en invierno la Lavanda conserva el calor y soporta bien el frío.
Además de aliviar la tensión y fomentar la calma, la lavanda se utiliza para diversos fines, con excelentes resultados: es sanadora, alivia el dolor del cuerpo y del alma.
La lavanda facilita el sueño profundo, reduce la ansiedad, disipa migrañas y el cansancio emocional. Mejora la circulación, ayuda a curar problemas respiratorios y a regular el ritmo cardíaco. Incrementa la capacidad cognitiva. La lavanda ayuda a restaurar el equilibrio hormonal. Reduce el riesgo de infecciones urinarias, mejora la digestión y fortalece el sistema inmune.
Se puede usar para mejorar afecciones cutáneas y heridas: desinfecta la piel y el cuero cabelludo. Repele insectos y se puede usar para tratar la inflamación causada por sus picaduras. Mejora la cicatrización y ayuda a tratar condiciones como el acné y la psoriasis. Ayuda a combatir la caspa y a prevenir la pérdida del cabello.
Con la lavanda también se debe tener cierto tipo de precauciones, las mujeres embarazadas y madres que estén lactando deben evitar el aceite de lavanda, al igual que personas diabéticas. También la lavanda puede provocar alergia en personas con piel sensible, pero no es usual encontrar a personas con este tipo de alergias.